Hace unos días en un servidor de Discord dedicado a Ars Magica alguien, con buen tino, lanzó la pregunta de ¿Por qué se lanzaría un mago a pactar con el Diablo? Y oigan, la pregunta tiene su enjundia.
Uno puede entender que un mortal, en un momento de desesperación o tras varias ambiciones derrotadas, decida tirar por la vía directa y pactar con el Maligno a cambio de unas cuantas bolsas de monedas de oro y unas almorranas para su vecino. Pero ¿y un magi de la Orden de Hermes? ¿Por qué iba a correr semejante riesgo? Dejando aparte las supuestas motivaciones de la supuesta Corrupción de la Casa Tytalus podría parecer que un mago tiene poco o nada que pedirle al Padre de las Tinieblas y Principe del Pecado. Ya es increíblemente poderoso por si mismo, no suele en general tener carencias materiales y puede esperar disfrutar de una vida increíblemente larga. ¿Por qué arriesgar el alma inmortal cuando ya se dispone de más de lo que muchos mundanos considerarían buena fortuna?
Pues por que queridos compadres el hombre de la Europa Mítica es de natural pecador y cae fácil en la tentación de desear más y más. Y por si fuera poco porque, seamos honestos, el alma es algo que se usa poco en el día a día y Satanás tiene, para magos de cualquier edad y condición, algunos productos cojonudos.
Así que sin más dilación veamos algunas de las magníficas ofertas a las que uno puede echar mano si acude a medianoche a un cruce de caminos y estrecha la pezuña de cierto macho cabrío negro como el carbón…
Vis ilimitada al alcance de la mano
Es obvio que la vis es importante para un mago. Al inicio de su vida su capacidad para obtenerla, mediante el control de fuentes, es escasa y al final de su carrera las necesidades de esta (ya sea para consumir para el estudio a altos niveles o para algún desmedido proyecto) seguramente corran en exceso de sus amplias reservas. Por si fuera poco, requiere normalmente complejas operaciones para obtenerla o se ve ahogada por el creciente Dominio.
El reino infernal ofrece una elegante solución a todos estos problemas. Mediante la comisión de pecados, ya sea de forma “relajada” durante una estación o de forma “intensa”, en una ceremonia en la que se revuelque uno en el pecado, un infernalista gana un punto de confianza. Dicho punto puede luego ser consumido profanando un objeto sagrado (sirve una simple ostia consagrada o algo de agua bendita) para generar un peón de vis.
Lo que es mejor es que ni tan siquiera hace falta poseer el Don para ello y que el mago puede lograr que otros, como grogs o compañeros, realicen dichos actos y recolectar el la vis. Por ejemplo la celebración de una misa negra donde se exaltase el poder del hombre para imponerse a las normas del Creador, pecando así de orgullo, y en la que los diez participantes por ejemplo orinasen en agua bendita proporcionaría una torre de vis al coste de un punto de informidad por cabeza. Una ganga.
Y por cierto por si fuera poco estos rituales generarán rápidamente una poderosa aura infernal de la que el magus podrá extraer vis infernal.
¡Y aun hay más! En manos de un mago entregado a las fuerzas infernales dicha vis es mucho más potente que la vis mágica (por ejemplo cada peón consumido para el estudio añade un +1 a los px obtenidos).
Lo dicho, una ganga.
Verdadera vida eterna, sin (apenas) condiciones
Los Rituales de Longevidad están bien o incluso muy bien. Al coste de un punto de Informidad un mago recibe una importante mejora en sus tiradas de envejecimiento. Pero eso tiene un par de problemas: en primer lugar, hace falta disponer de un ritual efectivo y eso supone no solamente dedicarle una estación y disponer de vis (más cuanto de mayor edad sea el mago) si no encontrar a otro magus con los conocimientos (y las ganas) suficientes para preparar el ritual. Eso suele tener un coste adicional asociado en vis o incluso en humillantes o fastidiosos favores.
Y claro está que los Rituales de Longevidad mitigan pero no eliminan el problema. Uno sigue necesitando realizar tiradas de envejecimiento y un dado caprichoso puede fastidiar todo el trabajo y sacrificios.
La solución que el Averno ofrece a este problema es mucho mejor. Mediante el Arte Goética de la Unión o Atadura (Binding en la versión inglesa) un espíritu puede enlazarse al alma del magus y proporcionarle verdadera inmortalidad (ver página 117 del RoP:Infernal). Seguirá recibiendo un punto de Informidad pero no deberá realizar tirada de envejecimiento alguna. No solo no envejecerá ni sufrirá crisis de envejecimiento o puntos de decrepitud ¡su aspecto seguirá siendo lozano y juvenil mientras a su alrededor el tiempo hace estragos! Mientras sus colegas inexorablemente verán agotarse su tiempo el permanecerá en pleno dominio de sus facultades y características listo para acrecentar su poder mientras el de los demás decrece.
Y uno no debe preocuparse por si la decisión de pactar le llega ya entrado en la ancianidad: mediante el Ars Malefica de la Efusión el Maligno y sus huestes pueden rejuvenecer su cuerpo eliminando la decrepitud o buscarle un nuevo cuerpo (joven, bello y sano) en el que habitar felizmente.
Libertad de los nefastos efectos del Don
Ahora que ya estamos en confianza, y si habéis leído hasta aquí no neguéis que empezáis a verle lo atractivo a las ofertas de Satanás, es momento de aceptar una verdad que pocos magos dirán nunca en voz alta. El precio que el destino tiene a bien cobrarse a cambio del Don puede llegar a ser opresivo.
Hasta el último porquerizo o pocero de la Alianza puede irse a su casa al final del día, disfrutar de la compañía de su mujer e hijos y compartir unos tragos en la taberna disfrutando de la camaradería de sus semejantes. Esto para un mago es raro, tan increíblemente raro que existe una palabra específica, amigus, para determinar aquellos casos de verdadera amistad entre magos. Esto ya debería darnos una pista sobre su rareza.
Y no es para menos pues el Don embarra, ensucia y tuerce cualquier relación interpersonal. Pocos magos podrán estar seguros de ser realmente queridos, amados o deseados. Y muchos, en frías noches de invierno con la única compañía de un enésimo experimento fracasado, suspirarán por poder hacer retroceder las horas y los días.
Satanás y sus huestes pueden ofrecer ese bálsamo para el alma solitaria. Por ejemplo, el Ars Malefica de la diablería puede conceder el Don Gentil o eliminar el Don Estridente. La Psicomagia puede cambiar el carácter de las personas de acuerdo a los deseos del mago o incluso mediante la Fantasmagoría crear ese compañero, amante o amigo ideal largamente soñado.
Todo esto sin ni tan siquiera empezar a explorar las posibilidades de asociarse y gozar de la compañía de los más refinadamente sensuales, astutos y encantadores siervos del Infierno convertidos en voluntariosos esclavos del mago.
Es muy probable que te salga gratis
¿Adivináis cual es el cliente favorito del Maligno? ¿Qué frase hace que cualquier entidad del Averno se tronche de risa? Algunos creerán que es “Me rindo a ti y renuncio a Dios y todas sus bendiciones” pero no.
La frase favorita de cualquier mercader de almas es ese momento mágico en el que su cliente suelta: “yo controlo”, “tengo un plan” o una versión de estas demostrando que ha dedicado horas y días a pensar la manera de, en el último segundo, poner su alma a salvo de las garras de sus acreedores infernales.
Y lo peor que eso es técnicamente factible o incluso sencillo. En primer lugar, porque nadie espera que al día siguiente de pactar con el Maligno un carro desbocado lo mate y en segundo por que basta una simple confesión completa ante un sacerdote y la aceptación de la extremaunción o de la penitencia mandada para escapar del infierno. Probablemente hacia el Purgatorio, pero de ahí se sale.
Pero el Infierno lleva muchos años en este negocio y sabe que los accidentes insospechados existen, o pueden favorecerse, para que uno tenga su cita con la justicia divina mucho antes de lo esperado. O que las carreras a la desesperada para encontrar un párroco que oiga una confesión pueden fácilmente descarrilarse o malograrse (si hace falta comprando el alma del párroco).
Y que para acabarlo de rematar casi nadie hace un único pacto. Aquel que pacta en un momento de desesperación seguramente descubra lo cómodo que es contar con el poder de lo Infernal y vuelva, como un adicto, a por una segunda ración y luego una tercera, una cuarta…Como el casino con el jugador empedernido el Infierno siempre está dispuesto a aceptar un último doble o nada.
Y aunque es cierto que existen historias de pecadores salvados in extremis por algún poder celestial uno no debe olvidar que si esas historias se cuentan…es por que son la excepción a la norma.
Visto todo esto ¿os apetece probar suerte con el Maligno?